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Esta es, sin duda, una de mis recetas favoritas. El Solomillo Wellington es muy entretenido de hacer y os llevará un ratito pero compensa el tiempo invertido porque es un plato maravilloso.
Lo único que necesitáis es paciencia, un muy buen solomillo y un hojaldre de mantequilla.
1 solomillo de 1,5k aprox
600g de champiñones muy picaditos
2 trozos de foie gras micuit
1 ajo muy picadito
1 chorrito de brandy
1 plancha de hojaldre
Un poco de mostaza de Dijon
Con el aceite muy caliente marcar el solomillo, unos 2 minutos, por cada una de las 4 caras. Si os gusta más hecho, prolongad este proceso dándole, en lugar de 2min por cada cara, alguno más. Una vez fuera de la sartén pintarlo con mostaza.
Retirar de la sartén y en el mismo aceite cocinar los champiñones con el ajo. Una vez que hayan soltado todo el agua y se haya evaporado, añadir el foie, dejar que se funda y añadir unas gotitas de brandy. Dejar que evapore, retirar del fuego y enfriar.
Extender papel film y poner encima una cama de champiñones. Colocar el solomillo encima y envolverlo de tal forma que quede cubierto en su totalidad por los champiñones.
Cerrar bien como si fuera un caramelo y meter en el congelador 30min.
Retirar el film, cubrir con hojaldre y si os sobra un poquito, recortar alguna decoración como las tiritas que veis.
Es importante sellarlo bien para que no se salgan los jugos y se reblandezca la capa exterior del hojaldre.
Pintarlo con huevo y hornear a 180C unos 20 min o hasta que el hojaldre esté doradito.
OÍDO COCINA es beneficiaria de las ayudas a inversiones en transformación, comercialización y/o desarrollo de productos agroalimentarios cofinanciadas por la Administración General del Estado y por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER).
Proyecto: “Introducción de mejoras tecnológicas en industria de producción y comercialización de platos elaborados”
Objetivos: Asegurar el cumplimiento de las normativas tanto higiénico-sanitarias como de sistemas de control de calidad, mediante el acondicionamiento de las instalaciones existentes para fomentar la mejora continua y garantizar la revisión de los productos y procesos. Además, conseguir ser más competitivos para estar a la cabeza de las empresas líderes del mercado.
Resultados: Mejora las condiciones higiénico-sanitarias, mejora de los sistemas de control de calidad, mejora del acondicionamiento y presentación de los productos, apertura de nuevas salidas del mercado y aumento de la competitividad de la empresa.
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