Había escuchado de todo desde que abrieron hace dos meses… que se come muy bien, que no tan bien, que el servicio es muy amable, que es desastroso… El caso es que fui a verlo por mi misma y me gustó mucho tanto el local como la comida. Como suele pasar con los sitios de moda, estaba lleno y muy animado, a pesar de ser un restaurante enorme. Me encantó el espacio y mención especial a la iluminación que me pareció perfecta.
La cocina está asesorada por Nino Redruello, jefe de cocina de Las Tortillas de Gabino y La Gabinoteca y la verdad es que se nota su sello. Las tortillas son espectaculares!
Al sentarte te sirven un cesto de pan rustico para que cada uno se lo prepare con tomate, ajo, aceite de oliva y un paté que elaboran ellos artesanalmente.
Pedimos las croquetas, unos macarrones trufados que me gustaron mucho y luego el famoso escalope con huevo escalfado y trufa de verano. Es divertido que te lo preparen en la mesa rompiendo el huevo y rallando la trufa por encima. La merluza también nos gustó. Muy bien rebozada y en su punto. Los segundos los acompañan con una tempura de calabacín, espinacas salteadas y una ensalada de patata. Otro punto a su favor es que la presentación de todos los platos está muy cuidada.